5 Lecciones de Cómo Ser una Mujer Fuerte

La mayoría de nosotras, tenemos la suerte de contar con figuras femeninas fuertes en nuestras vidas a las que podemos admirar. Estas mujeres nos inculcan valores que llevamos a lo largo de nuestras vidas, y nos inspiran a llegar a lo más profundo de nosotros para encontrar la fuerza.

Esa figura viene en forma de una activista o una celebridad, pero a veces puede ser un miembro de tu propia familia el que te enseñe algo.

A continuación te cuento lo que mi tía abuela me enseñó, sobre cómo ser una mujer, y cómo me apego a esos valores hoy en día.

#1. Existe un gran poder curativo en la amistad femenina, en cualquier etapa de la vida.

Laura, la cuidadora a domicilio de Ida, mi tía abuela, no había aparecido para ayudarla a ducharse y vestirse. Había dejado un mensaje en el teléfono de la casa de Ida diciendo que lo sentía mucho, pero que llegaría tarde; su familia la necesitaba.

Ida disfrutaba de la compañía de Laura. Una guapa jamaicana de unos treinta años, con ojos risueños que ocultaban una vida personal desordenada, Laura parecía disfrutar de los consejos que Ida le daba, sobre todo en materia de relaciones. La suya fue la última nueva amistad femenina en la vida de Ida. Compartían una intimidad que se había construido a partir de la necesidad, pero que se convirtió en vulnerabilidades compartidas y fragilidad mutua.

Ida se mostró muy amable con la llegada tardía de Laura; parecía feliz de pasar un rato a solas conmigo. Me ofrecí ayudarla a vestirse, pero no me dejó terminar la frase: nunca le había interesado que la ayudara con ninguna de las cosas mundanas de la vida, especialmente a ducharse y vestirse.

#2. Los rituales domésticos son importantes; son tranquilizadores y relajantes.

Ida entró en su pequeña cocina, del tamaño de Manhattan, y sacó lentamente dos pudines de chocolate y dos cucharas. El pudín de chocolate servido con té había sido un ritual nuestro durante mucho tiempo.

Le temblaban las manos, mientras hacía el corto y doloroso viaje desde la cocina hasta la mesa del comedor. Ella hacía una mueca de dolor mientras caminaba. Yo iba detrás de ella, con la tetera y las tazas de té en mis manos.

#3. Crea un espacio bonito para ti y llénalo de objetos que te aporten alegría.

Ida tenía una personalidad obstinada, que se manifestaba con más fuerza en las cuestiones relacionadas con la recepción de invitados y la gestión de su casa. Cada detalle de su espacio era importante para ella.

Una vez me dijo que si algo en tu casa no te hace sonreír, debes deshacerte de ello. Los grabados de Matisse y Picasso colgaban sobre nosotros, las plantas verdes florecían en todos los rincones de las ventanas y las “Cuatro estaciones” de Vivaldi resonaban suavemente en su equipo de sonido.

#4. Confía en la sabiduría y la intuición de las mujeres mayores.

Ellas te dicen que dejes de ver a “ese” hombre, no porque quieran privarte de la diversión, sino porque entienden muchísimo sobre cómo funcionan los hombres y las mujeres.

Ida se acomodó en su silla favorita. Quería saber qué había hecho desde la última vez que la vi. Le mencioné que seguía saliendo con el mismo hombre que había estado saliendo.

Me dijo con toda claridad que no era el tipo de hombre que se casaría conmigo y que no debía hacerme ilusiones. No hice caso de su buen consejo, era demasiado joven para saber lo que ella sabía de la vida.